No te olvides: Entre pañales y juegos, no olvides que tú también importas. Reserva esos ratitos para ti y tu pareja, porque una mamá feliz es una súper mamá. La armonía entre el ser mamá y el ser mujer comienza con darte permiso para disfrutar de esos momentos que te hacen feliz.

Comparte lo que sientes: Porque, ¿a quién no le pasa? Participa en esos grupos de mamás donde puedes soltar lo que llevas dentro. La unión hace la fuerza, y entre mamás nos entendemos mejor. Compartir experiencias, miedos y alegrías nos fortalece.

Mímate: Chiquillas, cuidémonos de pies a cabeza. ¡Nos lo merecemos! Cuidar de nosotras es parte de ser la mejor mamá posible. Un baño relajante, un masaje, o simplemente un rato con un buen libro pueden ser esenciales para mantenernos en equilibrio.

Libérate. Abrázate: La sociedad a veces nos impone el papel de «súper mamá», pero liberémonos de esas expectativas. La culpa a veces aparece, pero piensa en ella como un recordatorio de que mereces más. Liberémonos de los estereotipos y abracemos la maternidad como una elección, no una restricción.

Aprende herramientas de gestión emocional: La montaña rusa de emociones es real, pero aprender a surfearla con inteligencia emocional hace el viaje mucho más llevadero. Aprender sobre las emociones y cómo gestionarlas puede ser clave. Puede ser meditar, practicar mindfulness, darte un baño, escribir, leer, escuchar música y/o bailar sin parar. Todas sirven, todas son buenas si a ti te sirven.